Comprar un Ferrari es el sueño de cualquiera, pero lo que ocurrió en esta ocasión te dejará sin aliento. Todos los detalles aquí.
La marca Ferrari es el sueño de todos los amantes del motor, pero también de aquellos que, en realidad, no sienten una gran pasión por los coches. Todos los más ricos del planeta tienen un vehículo del Cavallino Rampante en su garaje, y no es de extrañar, dado el encanto que poseen. En la actualidad, la casa italiana es una de las pocas que ha sabido resistir la crisis del sector automovilístico y, de hecho, está obteniendo los mejores resultados de su historia.

Por supuesto, Ferrari es una marca legendaria que fabrica automóviles muy costosos, al alcance de pocos. Sin embargo, hoy queremos contar una historia muy curiosa relacionada con la compra de un modelo de ensueño por parte de un hombre que, a primera vista, no parecía tener las características adecuadas para hacerse con uno.
Todo ocurrió en una concesionaria italiana, en la ciudad de Prato, en la Toscana. Un día apareció allí un señor con un aspecto nada parecido al de un millonario y con una petición que a muchos les pareció absurda: quería comprar una Ferrari. Los dueños del concesionario no pudieron evitar reírse al oírlo. Aquel hombre era Andrea Vettori, un simpático campesino que había trabajado toda su vida en el campo, siempre en contacto directo con la tierra. Para colmo, llegó al concesionario conduciendo un Ape 50, un vehículo muy alejado del glamour de los superdeportivos.
Ferrari: una historia tan increíble que parece de película
Como podéis imaginar, su sueño siempre había sido tener una supercar, y la del Cavallino era, por supuesto, su deseo más grande. ¿Cómo podía un simple agricultor permitirse semejante lujo? La respuesta es sorprendente: Andrea había heredado una fortuna de un tío rico, Giuseppe, que había fallecido prematuramente. Tras una vida de esfuerzo y sacrificios, decidió concederse un capricho de alto nivel en cuanto recibió aquella suma considerable.

Su objetivo era adquirir una Ferrari F430, una supercar lanzada en 2004 y considerada una de las más bellas creaciones de Maranello. Al principio, los propietarios del concesionario se rieron de él, pero pronto tuvieron que cambiar de actitud cuando Andrea les mostró el cheque con el que pensaba pagar el coche. Indicó la F430 expuesta en el escaparate, pidió el precio y escribió la cantidad en un cheque que, para asombro de todos, estaba perfectamente cubierto por el banco.
Así fue como Andrea se llevó a casa una espléndida F430. Sin duda, tras décadas de trabajo duro, la vida de campesino ha quedado atrás para él. Y no pudo elegir mejor: la “Rossa” equipada con su magnífico motor V8 atmosférico ofrece un sonido estremecedor y unas prestaciones extraordinarias. Seguramente, Andrea disfrutará cada vez que se ponga al volante de su sueño hecho realidad.





